J. Daniel Nicolini_La Arenera.

 La Arenera.

En los confines del vasto desierto, donde los vientos abrasadores arrastran montañas de arena bajo el ardiente sol, yacen los secretos custodiados por un ser legendario conocido como La Arenera. Este ente misterioso, cuya esencia se funde con los granos dorados del desierto, ha sido testigo silente del devenir del tiempo en el reino desértico.

Desde tiempos inmemoriales, La Arenera ha mantenido una vigilancia eterna sobre las dunas cambiantes y las ciudades ancestrales sepultadas bajo su manto. Se dice que su presencia se manifiesta en los remolinos de polvo que danzan en las horas crepusculares, y en el eco susurrante de las arenas que hablan en susurros antiguos.

Los habitantes del reino desértico veneran a La Arenera con reverencia, reconociendo su papel como guardián de la tierra árida que los sustenta y los desafía por igual. En sus plegarias, ruegan por su protección contra las tormentas de arena y las criaturas que acechan en las sombras del desierto, confiando en que su presencia invisible los guiará hacia la seguridad.

Pero La Arenera no es solo un guardián benevolente; también es un juez imparcial que observa los actos de aquellos que habitan en su dominio. Se dice que su mirada penetrante penetra en lo más profundo de los corazones, discerniendo entre la bondad y la maldad, la verdad y la mentira. Aquellos que buscan engañar al desierto y a sus habitantes pronto descubren que no pueden ocultar sus intenciones ante los ojos vigilantes de La Arenera.

Aunque su presencia es en gran parte un misterio, su influencia se siente en cada grano de arena que se desliza entre los dedos de aquellos que caminan por el desierto. En el susurro del viento y en el resplandor del sol, se encuentra la huella etérea de La Arenera, recordándoles a todos que, en el vasto desierto, nunca están solos.