José Quispe_ Capítulo 6: La multitud.

La multitud.


Recorrió la calle a lado de una casa colonial grisácea, con un grupo de personas de unos veinte, entre rostro cobrizo y varios extranjeros. Hitler puso mucho interés en ellos. ¿podría culminar con ellos lo que empezò? ¿En este país?. No, aùn era pronto pero luego. vio entre los diferentes hombres latinos, gente con el rastro claro, y se soprendiò, màs recordò a su amigo Josè Luis Bustamante y Rivero, se tranquilizo.  Siguió caminando diciendo  “Deutschland muss großartig sein, mehr Gebiete für Deutschland”, rugá. Y la gente decía” Viva sin saber que decía”. Muchos tocaban su terno. Y a medida que avanzaba y la noche se acercaba más gente se le iban uniendo. Decido volver a la plaza de Armas, varios focos de las calle ya se iban prendiendo y varios de los rostros de su nuevos seguidores se iba vislumbrando, la mayoría eran blancos. Entre peruanos y extranjeros. Dieron vuelta la esquina, gritando y pateando cosas y diciendo cosas poco apropiadas a personas de rostro cobrizo que iban pasando. Cuando llegaron, aglomeraron toda la plaza. El centro, alrededor del tuturu en la pileta negra, estaba a rebosar. Y Hitler se subió al borde de esta para tener más estatura y hacerse poder ver  a la multitud que se iba formando.Aunque era pequeño. Así que varios extranjero en las primera líneas fácilmente tapaban la visión a los de atrás.


“Hermano y hermanas de esta gran nación. Siento que hemos sido defraudados por el gobierno” Esa nunca falla, pensó Hitler con cierto orgullo”.” Nuestros Hijos no tienen pan..” . Él no tenía hijos, pero daba igual; la gente lo amaba. Sia pasaron varias horas,cuando se dio cuando se dio cuenta que ya era hora de finalizarlo. Pues aparecían entre el público múltiples chalecos de los policías de a pie. 

Mirando los rostros azulados por la noche de su discípulo terminó con “ hoy el tiempo nos apremia, pero mañana comenzaremos con más fuerza. Dió énfasis en “..la misma hora y en el mismo lugar…” para reunirse al día siguiente. Se bajó del borde de la pileta negra, y camino entre la multitud dónde mucha gente quería tocarlo como si fuera un salvador. Se sentía pleno“ De nuevo esa sensación, pensó.. Quizás se lo podría prestar un poco a Edgar, si me perdona…Debo volver. Necesito un lugar dónde dormir . No tengo dinero …Debo cuidar que mi orgullo no controle nueva”. Entre nuevas ovaciones Hitler llegó al otro extremo de la plaza, y giró por la esquina en dirección de la casa de su amigo cuando un policía lo detuvo..


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