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Mostrando entradas de marzo, 2024

"Ansiedad"(Relato), José Quispe.

                                                                       Ansiedad. La historia que voy a contar es un poco oscura.Un día llegué un poco tarde al colegio. En la puerta de la clase había una apuesta señorita. Tenía un aire de Jetzu, una amiga, igual que ella, de figura esbelta aunque pequeña, con una prominencia sin exagerar en el tamaño de la cabeza, piel clara, pelo lacio oscuro castaño. Aquí hacemos una diferencia con la señorita que estaba al frente, pues lo tenía negro más ribeteado por rayos de sol dorados; peinado siempre de cola, cejas en arco ligeramente, y boca mediana con labios rosados fuego siempre sellados. Demasiada descripción, lo sé. Simplemente mi último grado, una ráfaga de hormonas, y pues me inducían a ir por todas. Claro, era un patán estaba fuera de compostura, pero fue por eso que no lo pensé mucho. Subí por las gradas amarillas, volteé el muro azul marino que estaba al lado de las gradas, y me acerqué. "Así que usted es la nueva psicóloga"

"Hasta el último", J. Daniel Nicolini

"Hasta el último" En la penumbra de la noche oscura, un corazón susurra su tristeza, anhelando el amor que nunca llega, en un mar de sueños sin ternura. Susurros perdidos en la brisa fría, besos imaginarios que nunca se dan, un eco de suspiros en la lejanía, un amor no correspondido, cruel y vano. En el jardín del alma florecen amarguras, las flores marchitas de un amor sin destino, en la danza del tiempo, una melodía oscura, se desvanece la esperanza en su camino. FIN Atte: J. Daniel. Nicolini. }

"Vida ajena", J. Daniel Nicolini.

"Vida ajena*. En la oscuridad de la noche callada, se esconde el eco de una vida mancillada. Atormentado por sombras de lo no vivido, el alma se enreda en un destino perdido. Cargando culpas que no le pertenecen, el corazón llora mientras la mente perece. Atrapado en la maraña de la injusticia, el espíritu clama por una dulce caricia. ¿Qué camino seguir en esta penumbra cruel? ¿Cómo escapar de este cruel yugo de papel? Vivir en la sombra de un falso pecado, es caminar descalzo por un sendero helado. Fin.

"¿Que es de mi?", Daniel Nicolini.

 En la sombra de mis días sin brillo, caminando entre sombras y desvelos, una vida que se escapa entre los dedos, un susurro en la noche que no brilla. En el eco de mis sueños marchitos, se pierden las promesas del mañana, un sendero sin luz que desentraña, la tristeza de unos pasos sin sentido. ¿Dónde quedaron los colores vivos, que pintaban el lienzo de mi alma? Solo queda el gris de una calma que ahoga los anhelos fugitivos. Así transcurre mi vida desdichada, en un mar de silencios y desvelos, anhelando un destino más bello, en la oscuridad de una noche eternizada. Daniel Nicolini.

"Querida", José Quispe.

"Querida" Eres como la boca ajena que se besa sin censura. Eres como devolver a la amada a la bolsa. A la bolsa encrespada de un pecho, de mi pecho . Y no sabes, cuánto temo, y no sabes cuánto te amo. Eres como la hojasca que se avecina, y me encierra sin decoro. Querida Andalucina, de esas tierras lejanas. Que en su conjunto, se llaman España. Eres como la avenida alegre de tu sentimiento. Que se avecina y se descansa. Querida Andalucía na. No peques más. No llores más. Te diré mi nombre,si quieres. Te diré en encendida vela en un cuarto verde que te ame enseguida. Que tú recuerdo viene y va. Y me agrieta el alma, por dejarte. Por no decirte te quiero, aquella ves que tenias tus labios rojos frentes a los míos. Te quiero  seguido, apretado y enseguida. Te quiero calla y sin ningún reproche. Por qué te amo y eres así, sin ningún reproche. Y todas esas consignas que se vayan al diablo. Ahh,  mi mente las impone para mantener la cordura, querida. Eres lejana, eres quieta y eres

Literatura internacional, "Valor dónde no hay", Daniel Nicolini (Perú)

 "Valor dónde no hay" En la vasta trama de la vida, donde los destinos se entrelazan, y los sueños se alzan como cometas en el cielo azul, hallamos tesoros escondidos en cada rincón del alma, pero a menudo los pasamos por alto en nuestra prisa sin freno. Miramos alrededor con ojos ansiosos y codiciosos, anhelando lo que no tenemos, persiguiendo lo efímero, olvidando que la verdadera riqueza reside en lo cotidiano, en los pequeños gestos, en los lazos que tejemos con amor. Valorar lo que tenemos es un arte sutil y profundo, requiere mirar con gratitud cada rayo de sol, cada sonrisa amable, cada lágrima compartida, y reconocer que la felicidad reside en la apreciación sincera. En el susurro del viento y en el murmullo del arroyo, en el abrazo cálido de un ser querido, encontramos fortuna, pues en esos momentos efímeros, palpita la esencia de la vida, y nos damos cuenta de que lo más valioso está al alcance de la mano. Así que pongámonos un instante en este frenesí de existencia

"Días", J. Daniel Nicolini.

 En el sendero de la vida, a veces perdidos, cuesta comprender que el tiempo avanza sin medida. Madurar, proceso lento, como hoja al viento, requiere tiempo, paciencia, y un corazón atento. A veces nos aferramos al pasado como ancla, sin comprender que el futuro espera con franqueza. Madurar es aceptar lo que fue y lo que será, y en ese equilibrio encontrar la verdadera paz. Es como el brote que se convierte en árbol robusto, pasando por tormentas y días de infortunio. Madurar es aprender de cada cicatriz, y seguir adelante con valentía y raíz. En este viaje de crecimiento y aprendizaje, nos damos cuenta de la importancia del coraje. Madurar es entender que el tiempo no espera, y abrazar la vida con toda su quimera. Así, en el dulce eco de la madurez, encontramos la sabiduría y la solidez. Aceptamos nuestro ser con amor y gratitud, y comprendemos que madurar es, en verdad, virtud.

"El Totoral", primer relato de "Seis relatos juveniles", José Quispe

    "El Totoral" Una mañana temprano, me levanté. Era viernes y, sentado en mi cama, observaba la tranquilidad de mi cuarto. Las paredes estaban pintadas de azul a excepción de los bordes, y la luz del sol se filtraba por la ventana de mi izquierda, chocando contra las cortinas azules y llegando a las paredes del mismo color. Todo lo contemplaba de manera melancólica, pues sentía que no volvería a estar allí, ni a sentir esa sensación,a tranquilidad. Luego me puse de pie sobre la cama y, viendo las figuras iguales de osos pequeños negros en mi pijama blanca, pensé en Luciana. En su silueta de muchacha de dieciséis años, diáfana, casi abrumadora. ¿Dónde? En sus ojos ovalados, castaños y oscuros, recordaba una luz, un destello, yo que sé, que me encontraba. Luego estaba su cabello del mismo color de sus ojos, castaño oscuro, y para concluir, sus labios delgados, como en una línea sin sondeo, rosados, diciéndome algo que no oía. La i