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José Quispe_ Capítulo 7: En la tele.

La casa de Edgar, se veía oscura, era de dos pisos y blanca,con ventanas grandes polarizadas en el segundo piso.” ¿Qué es ese efecto de oscurecer el vidrio, aparecer con la intención de ocultar lo que está dentro, pero manteniendo la oportunidad de ver lo de afuera¿ Que querrán ocultar?, pensó Hitler. La idea le parecía absurda. Ellos, una familia común escondiendo algo. Aunque.. La calle está a oscuras. Luego tocó la puerta y nadie le respondió “Que raro, recién van a ser las diez. “¿Señora, qué hora tiene?, le dijo una anciana con el rostro cobrizo que pasaba por la calle con un sao verde ” .Ya casi la diez, señor, le dijo está con una sonrisa. . “Buenos, si las diez. Pero..”Se abrió la puerta salió el rostro malhumorado y trigueño de Sugiru” ¿Qué quiere usted”. “Quiero hablar con Edgar. No señor, le dimos nuestro amistad, y no escupió en la cara”. -”¿Disculpe, eso no fue lo que pasó?”. ¿Qué hice? -Es una forma de decirlo. Hitler sabía perfectamente a qué se refería, sólo hizo la pre

José Quispe_ Capítulo 6: La multitud.

La multitud. Recorrió la calle a lado de una casa colonial grisácea, con un grupo de personas de unos veinte, entre rostro cobrizo y varios extranjeros. Hitler puso mucho interés en ellos. ¿podría culminar con ellos lo que empezò? ¿En este país?. No, aùn era pronto pero luego. vio entre los diferentes hombres latinos, gente con el rastro claro, y se soprendiò, màs recordò a su amigo Josè Luis Bustamante y Rivero, se tranquilizo.  Siguió caminando diciendo  “ Deutschland muss großartig sein, mehr Gebiete für Deutschland”, rugá. Y la gente decía” Viva sin saber que decía”. Muchos tocaban su terno. Y a medida que avanzaba y la noche se acercaba más gente se le iban uniendo. Decido volver a la plaza de Armas, varios focos de las calle ya se iban prendiendo y varios de los rostros de su nuevos seguidores se iba vislumbrando, la mayoría eran blancos. Entre peruanos y extranjeros. Dieron vuelta la esquina, gritando y pateando cosas y diciendo cosas poco apropiadas a personas de rostro cobrizo

José Quispe_ Cecilia

Cecilia. Salía del trabajo cuando la lluvia me encontró, y había una pelirroja afuera de mi oficina. No sabía que pensar se me hacía muy parecida a alguien. Aunque… !no! No podía ser “¿Leticia?, pensé”. “ Si”. Ella giraba su cabeza y me sonreía, era alta y lleava un teno negro, una falda negra y un paraguass oscura”. “ Hola” veía  que decía sus labios rosados y delgados. se dibuja eso . Inmediatamente me abalancé sobre ella, quitando  los veinte metros que había entre nosotros. “Hola, me dijo ella” “ La besé. De tiempo,¿ que es de  tu vida? -Aquí, trabajo en Sedapar--dijo Leticia con cierto orgullo. Su ojos hundios negros me miraban con una profundidad que me atormentaba, quería besarla, otra vés. Ella pareció escuchar mi clamor, se acercó, inclinando la cabeza, y moviendo mi pelo largo me dió un beso pausado suave y apasionado. Eso me llevó al cielo. Quieres ir a mi hotel “ Bueno  no es mí, me hospedo allí". Ella acertó con una risita, y caminando a lado mío me tomó del brazo. Su

José Quispe_Capítulo 5: Traición.

  Capítulo 5: Traición. “Quiero escapar, pensó Hitler”. -¿Què?-dijò Edgar. -Perdòn sólo murmuraba. La plaza de armas era alta, era de sillar. Blanca, y en el centro cuatro áreas verdes con un círculo en el centro de piedra. En el medio el Turutu.. -Hay una heladerìa buena a la vuelta–dijo Sugfiu. -Claro dijo Alof. Edgar quedó indignado, él siempre era quien comandaba la situación. Al llegar  a la herladerìa, Edgar vio que la edificación era alta, quedando al frente de la iglesia “Mi comunión”. Había un callejón, y en él había dos señores fornicando. Quedó impactado.  -Hiler por acá– dijo Edgar tratando de que él no lo vea. –Ese helado està buenìsimo-dijo Sugfiu. -SÍ–dijo Adolf paladeando su cuchara de vainilla. –mmm, dijo Edgar–tratando de llamar la atención de su madre. –¡Què estarà tramando–pensò Hitler. -¡Què estaràs tramando –pensò Edgar.¿Por qué me abrazo? -Cuando estaba en Alemania, el helado era màs frìo. “ Mas frìo, de seguro te congelabas el cerebro. -Interesante–pudo soltar 

José Quispe_Capítulo 4: Amigos.

Capitan 4: Amigos  -Ah, ha–dijo Hitler -¿Estás bien?--dijo Edgar. –Si estoy bien--. Había mucha gente a su alrededor.  -Toma, le dijo Sugfiu, es agua. Había un botellón que ¿de dónde la han sacado?. -Está bien.  Tomó. Se levantó  y a medida que mejoraba su postura mejoraba su ánimo. “ Quizás esta gente no sea tan mala después de todo”. Un sentimiento le arremetió rápidamente esa idea. la del racismo. Aunque fingió hospitalidad y agradecimiento. –Señora, cómo dijo que se llamaba ?--le dijo a una señora que le hablaba.Un señora regordeta con la piel cobriza. -Hitler, Adolf Hitler. La señora dio un grito de susto, más un señor de cuarenta y algo con una camisa a cuadros soltó una risotada. -Ja, tú eres Hitler y yo soy Maguiver. Volvió a su periódico. -Ja-dijo Hitler, y se comenzó a levantar. -Te ayudo, dijo Edgar. –Y yo–dijo la madre de Edgar. -Quisiera ir a la plaza de armas, no quisiera que perdamos más tiempo. .Bajaron bajo la mirada de todos los pasajeros. En la esquina estaba en la a

José Quispe_ Cpítulo 3: La visita.

  Capítulo 3: La visita. -¿Lo mejor es que salga no?. Ya han pasado varios días–dijo la madre de Edgar. -Si, pero podría ser peligroso. -Peligros mis cojones–...era Hitler. -Señor Hitler!, creíamos que seguía dormido–dijo Sugfiu,  con  un destello en sus ojos. -No, ya desperté y si me gustaría ver el mundo. -¿Ves lo que haces Edgar–dijo la madre de Edgar. -¿Qué? .La madre se puso de lado y se agaró del brazo de Adolf en su terno beige recién planchado. Una cuántas manchas de sangre de las que tenía al salir del agujero negro en el suelo aún quedaban. En ese momento Edgar se preguntó, por qué había salido con sangre ¿Porque salía del inframundo?. -Buenos , debemos planificarlo–Dijo Edgar cómo para alejar ssu pensamientos. -Sugfiu asintió-Sacaron un mapa.  -Está es la plaza de armas–Dijo Edgar indicando con su dedo en la cartografía. –S,i y este el portal de San Agutiin, podríamos pasar por ahí- Pero son zonas muy concurridas–Dijo Edgar. Hitler sonrió, aunque los demás no lo notaron. -Me

José Quispe_ Capítulo 2_La habitación de la abuela.

  Capítulo 2: La habitación de la abuela. -Señor, cómo dijo que se llamaba? – Hitler, tut mir leid... -¿Qué dijo?--dijo Stiufu,  la madre de Edgar. -Creo que es Alemán. Hitler los miraba con escepticismo,y luego a todo con sumo intéres -Llamaré a mi amiga Claurens, ella sabé Aleman. -Hazlo. - No es necesario--dijo Adolf con un acento en la r.. -¡Habla español! -Un poco, por Franco y esas cosas. -Claro, dijo Edgar. -Un momento señor Hitler, voy a hablar con mi hijo a solas. Se lo llevó a un rincón. -¡Que vamos a hacer con él! -No sé. -¿Cómo que no sabes...?, ¡tu fuiste quién lo trajo aquí!. Notaron algo, luego voltearn. Hitler ya no estaba en el cuarto.. Escucharon un ruido en la cocina. ,luegoun grito de la abuela Hilda. “¡Ah.. que emoción!. Siempre quise concerlo." “ La abuelaes más cuerda que un político pero no tanto cómo nosotros. -Si, dijo Edgar con ciera ironía. . -Disculpen, les interrumpo. ¿Podría ir a su baño?. -Claro–dijo Edgar, unos segundo despúes sono su telefóno. E